ÚLTIMO ADIOS A NUESTRO VICE-GRAN MAESTRE

EXCMO D. JUAN LLADRÓ

                                             16 de Diciembre del 2017

 

 

El Excmo. Sr. Don   Juan  Lladró  Dolz, Vice Gran Maestre de la Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig, entró en la Casa del Padre el sábado 16 de diciembre de 2.017.

Si bien por su estado de salud y edad había solicitado ser relevado del cargo, que ostentaba  desde 2010 por designación de Su Majestad El Rey Don Juan Carlos, nuestro Gran Maestre, siguió de jure y de facto ejerciendo su siempre acertada guía con su Real Orden, y de hecho, tan solo tres semanas antes presidió, en la Capilla del Claustro Bajo del Real Monasterio de El Puig, el Capítulo General anual.

 

Don Juan Lladró era un Caballero, pero de los de verdad, por dentro y por fuera, que habiendo alcanzado las más altas y plurales cotas positivas de toda índole,  a las que podríamos aspirar los más de los humanos, siempre tuvo para con los demás el ejercicio de su permanente talante de servicio, de ser útil, de entregarse a la satisfacción de necesidades, a siempre intentar hacer posible lo necesario. Todo cuanto se diga de su persona siempre será limitado, porque alcanzó la excelencia en saber ser, en saber estar, en principios, en valores, en honestidad y rectitud, en empatía y sensibilidad hacia los demás, especialmente hacia quienes más lo necesitaban.

Fue ejemplar desde su extrema humildad y sencillez, rayana con una prudencia que podría ser confundida con la timidez. Hombre grande como talento natural, como persona íntegra y veraz, como cristiano. Para quienes le conocíamos bien, seguirá siendo un ejemplo, cuando miremos a cualquiera de los múltiples vectores de su acción.

 

Al decir que Juan está en la Gloria, en el Paraíso, en la Casa del Padre,  no se trata de una afirmación de benignidad desde la esperanza, sino de una afirmación desde la aplicación del texto evangélico: “Venid,  benditos de mi Padre; recibid en propiedad  el reino que os ha sido preparado desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me distéis de beber; era peregrino y me hospedasteis; desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; encarcelado y fuisteis a verme…” (Mt. 25, 35-36). Si Jesús desde la Cruz le dijo a un malvado  “En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc. 23, 43), en simple comparación curricular, resulta impensable que, a un Hombre Bueno, Dios Misericordioso no lo tenga ya con Él. ¡Juan, pues, sabía bien donde iba!

 

 

 

 

 

 

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